Federico Cantini en Diego Obligado

Federico Cantini (La Plata, 1991) presentó Batalla de El Pari en la galería rosarina Diego Obligado. Sobre las paredes de la sala, cuelgan once rectángulos de barro cocido, de cuatro centímetros de espesor, como si se tratara de cuadros. Se levantan de su superficie amarronada una serie de pequeñas figuras y objetos en relieve, sobre líneas trazadas con alambres, palitos y demás elementos punzantes. Entre otros, se puede ver un cuerpo caído sobre la vereda, rodeado de transeúntes; un personaje abre la reja de protección de una puerta mientras alguien sale de un auto o, en primer plano, dos manos intercambian un billete. 

El artista selecciona barro de las islas del río Paraná, de cuyas costas “en lenta recuperación de la bajante histórica de 2020 y del fuego sojerocerdoinmobiliario” −explica Daiana Henderson, autora del texto que acompaña la muestra− lo extrae manualmente y transporta en una bolsa hasta una casa-taller en la ciudad de Rosario, donde se convierte en el soporte de un conjunto de escenas urbano-policiales, “flashes de una nocturnidad turbia: transas, buchones, vigilantes, cachondos, limados, lúmpenes, trasnochados, rotos, en esquinas, en bocas de lobo, en paseos comerciales cerrados, intercambiando todo tipo de sustancias. Casi el reverso de los personajes laboriosos y dominicales de zona sur pintados por Orlando Belloni” –continúa el texto de Henderson−. En contraste con la amplia paleta del pintor, “estas obras monocromáticas aventuran un rescate de la noche, como un romance sin sentimentalismos”. 

Aquí “el barro hace su regreso a la ciudad, de donde fue expulsado, y se convierte en materia prima de las formas urbanas. Como en un sistema de reenvíos, las obras atraviesan el mismo proceso de elaboración que un ladrillo, unidad mínima de la construcción. Todo se detiene al nivel del relieve, no hay superficies de inscripción, no hay grafitis en las fachadas, así como no hay tatuajes ni vestimentas, a excepción de un pantalón caído que acentúa la desnudez, una gorra de policía y un chaleco antibalas” −observa Henderson−. Con respecto al título que reúne las obras, afirma que El Pari “puede ser un apodo, un barrio o la traducción fonética de party, ‘fiesta” en inglés”, como dice la línea del último hit reguetonero de $hem K y Harry Nach, “estamos ready pal pary”. Dice también que históricamente, se considera a la Batalla de El Pari como la más sangrienta de Hispanoamérica: “el ejército español resultó victorioso, pero sufrió tantas pérdidas que quedó definitivamente debilitado, lo cual sería crucial para las ulteriores independencias del Sur. Es lo que se conoce como una ‘victoria pírrica’, un triunfo táctico con un precio demasiado alto para el bando vencedor, incluso más que para el vencido”.