Lolo y Lauti en Barro

Con curaduría de Raúl Flores, Lolo y Lauti (Lorenzo Anzoátegui y Lautaro Camino, Buenos Aires, 1980 y 1986) presentan su primera muestra individual como integrantes del staff de Barro. Bajo el título Localidades agotadas, exhiben seis instalaciones multimedia que rinden homenaje al teatro porteño, tanto en su versión musical y revisteril como en su faceta clásica y experimental. En el acceso a la sala, una barra de ballet divide en dos una pantalla de video instalada en sentido vertical. Las imágenes  muestran a la performer y bailarina Florencia Vecino ensayando sus pasos mientras el fondo infinito va cambiando hacia colores cada vez más vibrantes. La imagen de Vecino no puede salir del monitor, pero la instalación sugiere que su barra de práctica excedió el formato fílmico para intervenir la pared a lo largo de la entrada (La One, 2021). Para Flores, “Lolo y Lauti proponen una muestra que susurra una de las inscripciones de aquella selva caprichosa construida por el duque Bomarzo: «Tú, que recorres el mundo en busca de grandes maravillas, ven aquí, donde encontrarás caras horribles, elefantes, osos y tigres»”. 

En el interior de la sala y bajo una iluminación que se aleja de la luz diurna, Mundo Fever (2021) combina gradas al estilo del teatro off con una alfombra roja, en dirección a un “escenario” que proyecta que alternativamente “los testimonios de la histórica vedette Pochy Grey, descalza y con plumas y Kado Kostzer recordando los tiempos del mítico [Instituto] Di Tella en contrapunto con la revista”, explica Barro. Estos exponentes de dos formas supuestamente contrapuestas de pensar el teatro van combinándose a su vez con números musicales interpretados por artistas jóvenes de la performance contemporánea como Julien Antoine, Lilen Ferreyra, Guido Freiberg, Laila Maltz, Galaxia y Mar, Mabel, Matisto y Stella Ticera, nombres que han participado del ciclo Perfuch, que Lolo y Lauti organizaron anualmente entre 2016 y 2019. Hacia el fondo, una réplica del Obelisco guarda en su cima un proyector del cual “sale” hacia la pared una filmación en que un grupo de bailarines y bailarinas posan y bailan, exageradamente sonrientes o con sus bocas abiertas, luciendo sobre sus cabezas, a modo de sombreros, maquetas de los edificios “más emblemáticos” –así los denomina Barro– de la Ciudad de Buenos Aires, entre ellos, el Planetario, el Kavanagh y la Biblioteca Nacional. 

Señala la galería que “la principal operación del dúo es la apropiación, una estrategia compartida por el arte contemporáneo y el espectáculo argentino”. Drácula III (2021) presenta con marcos de hierro negro y seis cirios encendidos, tres monitores de video. En cada uno, se recrea una adaptación teatral diferente del clásico de Bram Stoker: de la que realizó Alfredo Arias en el Centro de Experimentación Audiovisual del Instituto Di Tella en la década del 60 toman su aspecto visual, basado en el comic de la época; de la versión de Sergio Renán, de la década siguiente, utilizan su escenografía giratoria, de la que consiguieron una maqueta y, de la Pepito Cibrián, de los años noventa, conservan y usan el mismo vestuario. La puesta de Lolo y Lauti cuenta con un elenco íntegramente femenino, con la artista visual Marcela Sinclair en el rol protagónico. En Claudia Sánchez es Hamlet (2021), el dúo instaló un proyector dentro de una calavera de telgopor y enduido. Desde la cavidad de su ojo derecho se proyecta la imagen de la célebre exmodelo, rodada en 2021, que sostiene a su vez una calavera, al interpretar al Hamlet de William Shakespeare en su asociación icónica más característica.  

Por último, Chismoses (2021) recrea una locación de peluquería con los típicos secadores de pie con silla. Al sentarse en ese escenario supuestamente inofensivo, el o la visitante activa un parlante y las voces de un grupo de artistas visuales, Edgardo Giménez, Jean-Yves Legavre, Alberto Passolini y Juan Stoppani, además de la directora y productora teatral Inés Quesada, relatan anécdotas de personajes famosos, entre ellas, una reacción de Federico Jorge Klemm ante las provocaciones de un espectador. “En Localidades agotadas –concluye el texto curatorial de Flores− Lolo y Lauti encuentran su propio paraíso, el lugar más privilegiado: las bambalinas. Otra forma de la oscuridad. Y desde ahí recorren anécdotas y situaciones que habilitaron no solo la posibilidad de nuevos encuentros sexuales, sino que construyeron un nuevo lenguaje, un lenguaje absolutamente porteño que va a la raíz y es el bastión de la vida cultural de Buenos Aires: el teatro”.