Diego Bianchi en el CA2M

Táctica Sintáctica
Diego Bianchi
Museo Centro de Arte Dos de Mayo
19.02.22 | 15.05.22

Con curaduría de Mariano Mayer, Diego Bianchi (Buenos Aires, 1969) presenta Táctica Sintáctica, su primera exhibición individual en Europa, en el marco del ciclo “Doblar la voz. Lecturas de artista a los fondos del Museo Centro de Arte Dos de Mayo” (CA2M). Esta propuesta invita regularmente a un artista a realizar una muestra con piezas del patrimonio del museo y combina así la posibilidad de exhibir las obras de su colección y convocar a artistas contemporáneos para muestras individuales, entendiendo a su acervo no como un fin en sí mismo sino “como potencialidad de producción de nuevas obras artísticas” –sostiene el museo–.

En su trabajo, Bianchi suele recurrir a lo que denomina “informe basurero cotidiano”, del que selecciona “restos capaces de alcanzar otro grado de atención”, como cajas de cartón para televisores, escarbadientes de madera, objetos descartables, encontrados, rotos o donados. Este conjunto de materiales perecederos y detritus funciona en el contexto de su obra como “una reivindicación de la incertidumbre y lo inconcluso” –sigue el CA2M– en un “continuo entre materialidades, acciones y afectividades” que conforman la realidad con la cual experimenta el artista. Estas operaciones producen una reflexión “sobre los objetos triviales que acompañan nuestra vida, los procesos continuos de producción y deterioro, la fragilidad y la memoria”.  

En Táctica Sintáctica, Bianchi incorpora como material-soporte una selección de piezas de la Colección Museo CA2M y de la Colección Fundación ARCO, en lo que constituye, para él, una oportunidad de igualar estos objetos de arte a los objetos cotidianos que suele utilizar en la elaboración de sus propias obras. En este contexto, cuenta que “la aproximación… fue totalmente intuitiva”. Por su parte, el curador destaca que la selección se realizó “desde un lugar no narrativo, no contextual, no discursivo, sin ningún tipo de argumento mayor que lo que está sucediendo en esa primera instancia de reconocimiento de una obra: las obras empezaron a actuar, empezaron a convertirse en cosas, en cosas del mundo, a encontrar su lugar, a posicionarse de algún modo y a plantear posibilidades de continuación, de extensión, de continuar esas ideas, que son las que, de alguna manera, han germinado en las esculturas de Diego Bianchi, que Diego ha realizado en Madrid” y que, en muchos casos, sostienen o alojan a las obras expuestas. 

El artista agrega que la selección le generó un paisaje de imágenes con el cual trabajar, pero no particularmente sobre cada obra, “sino como una sensación general que todas ellas desprendían o contagiaban. Y había una cuestión que tiene que ver con la sensualidad, con la tactilidad y con la arquitectura”. Mayer cuenta además que, “desde un primer momento [de su producción], Diego ha prestado muchísima atención a cómo mostrar y cómo utilizar el cuerpo del que mira y del que está presente como un elemento fundante para la conceptualización de una obra”. Bianchi, a su vez, destaca su interés por trabajar en un contexto institucional, aunque lo haga, según sus propias palabras, “de forma antimuseística”. “Lo que el museo necesita es congelar y generar el discurso y el interés, la información –observa–. Lo que yo hago es ir en el sentido inverso: confundir, mezclar, contradecir, combinar cosas que no irían juntas y ver si la arquitectura puede acompañarlas o disponerlas de cierta forma o si las obras pueden generar la arquitectura misma”. Aquí el artista utiliza el lenguaje del cubo blanco “como un elemento para construir formas, para construir un display peculiar, [para construir] un uso particular del cuerpo –continúa el curador−. El cuerpo está totalmente presente. En toda la exposición no vamos a utilizar solamente los ojos; hay muchos vínculos en términos de proximidad y distancia. Vamos a tener que caminar, levantar nuestro cuerpo o recogernos, o agacharnos o elegir cómo mirar una obra para poder disfrutar de toda la exposición”. Y subraya que “la clave estaría en poder darnos cuenta de cómo hacemos determinadas cosas en esta exposición para darnos cuenta [también] de las [cosas] que hacemos permanentemente en un museo. Ese sería un poco el interés de lo que queremos generar a nivel sensitivo, a nivel reflexivo y a nivel experiencia”.